La región de Coquimbo es una de las regiones que ha sido declarada como zona de emergencia agrícola debido a la escasez hídrica que afecta a las personas y los animales. Miles de animales han muerto, entre ellos vacunos, cabras y ovejas. Los que más sufren son los pequeños agricultores y crianceros. En el Valle de Limarí son llamados «cabreros» aquellos que se dedican a la crianza de cabras.
Una de ellas es Miriam Pizarro que vive en Tulahuén en el Valle de Limarí. Su principal ingreso proviene de la venta de leche y queso de cabra. Pero debido a la sequía han muerto más de 40 de ellas: «Se murieron varios cabros chicos y las cabras cuando iban a parir porque no tenían fuerza. Los animales que me quedan están flacos porque no hay nada de pasto en el cerro». Pizarro y su familia dependen únicamente de la lluvia porque no poseen ningún derecho de agua.
Alejandro Cortés, otro pequeño agricultor del Valle de Limarí y presidente de la Comunidad de Aguas del Canal Mollar, recibe agua del canal cada 20 días y no le alcanza para regar sus cultivos. Cortés defiende a los pequeños agricultores en la agrupación de regantes del río de Limarí. Pero los que tienen más votos son los que tienen más derechos de agua, es decir los dueños de las grandes plantaciones. «El código de aguas es criminal. Lo han hecho para que los grandes empresarios puedan robar agua amparados por una ley», dice Cortés.
Ilustración:
Sebastián Naranjo