La crisis sanitaria y ambiental que se vivió en el archipiélago de Chiloé en 2016 tuvo un impacto profundo para los ecosistemas marino-costeros locales, las comunidades y la salud pública. «Se vertieron 5 mil toneladas de desechos salmoneros al mar y luego aparece la marea roja más fuerte de la historia de Chiloé», dijo Denisse Alvarado, dirigenta de los pescadores artesanales de Quellón en una entrevista. Luego de las 5 mil toneladas, 40 mil toneladas de salmones murieron asfixiados producto de las Floraciones Algales Nocivas (FAN).
Las consecuencias de la crisis la pagaron los pescadores artesanales y los y las trabajadores: el período 2016-2018 fue el de mayores despidos de trabajadores al reducir un 12,7 por ciento los puestos de trabajo. Mientras más de 10 mil trabajadores y trabajadoras del sector salmonicultor fueron despedidos, el empresariado de dicho sector tuvo billonarias ganancias debido al incremento de los precios internacionales. Y las consecuencias del deterioro en las condiciones de vida lo refleja el establecimiento de 11 tomas de terrenos para construir viviendas o campamentos transitorios a nivel provincial durante los últimos tres años.
Ilustración:
Sebastián Naranjo